jueves, 5 de julio de 2007

Una mirada a Lujuria




Tuve que ir al hospital, para variar otro “cliente” intento suicidarse, ¿Por qué siempre pasa eso? Ya comenzábamos a llevarnos bien con este infeliz, y todo a la mierda por un frasco de pastillas, claro, todos me culpan a mi, la Soledad, pero nadie culpa a la madre que tenia el frasco de pastillas al alcance de su hijo, en fin, no dure mucho tiempo dentro, los hospitales suelen tener demasiados clientes, y no precisamente los que me gustan a mi, no, esos me dan mala fama, claro, son los menos, pero los que más se conocen, la parte publica , por así decirlo de mi rostro
Al salir de aquel desagradable lugar me entretuve mirando a una pareja de enamorados, se besaban de tal forma que pareciera que se fusionaban en ese beso, en los abrazos y caricias llegaba el momento en que no se distinguía donde terminaba él y donde comenzaba ella, no era amor lo que ahí se sentía, era Lujuria, la amante eterna, con mil rostros, pero todos atractivos, ahí sentada en el pasto, les miraba y se regocijaba con su espectáculo, yo podía sentir, aún a la distancia, la atractiva presencia de mi dulce conocida, en sus ojos el deseo crecía y la joven pareja buscaba un sitio para desplegar su amor, entre los árboles y arbustos de aquella plaza pública, sin importar la hora, el lugar , ni los espectadores que pudiesen tener, Lujuria ya había comenzado su canción, y ahora no importaba nada más para aquellos enamorados, que permitir que Lujuria terminara de cantar.
No me acerque a ella, le observe tal como los voyeristas que pasaban por ahí miraban a la joven pareja, perplejo, impresionado, no cabían dudas, Lujuria siempre será las bella y peligrosa entre todos nosotros. Mordía su labio inferior cada vez que la muchacha sentía un orgasmo, cada vez que el muchacho taladraba su vientre para fusionarse aun más con ella, si, Lujuria estaba feliz, esa pareja, su pareja, solo estaban en ese lugar para complacerla, para alimentarla a ella, y no al idiota y sobrevalorado del Amor.
Como todo lo bueno, la joven pareja cayo derrumbada por sus pasiones, extasiados permanecieron entre los árboles y arbustos que habían funcionado como motel, acariciándose y recuperando fuerzas para continuar, cada uno por su lado, con sus vidas.
- Que espectáculo…- le dije, sacándole de su trance
- Fue bueno, ¿Verdad?- Me respondió, sus ojos se perdían en los míos, buscando una señal para lanzarse sobre mi y devorarme como lo había hecho con aquellos jóvenes.
- Si…más que bueno diría yo, mírales, están más que complacidos…
- Y la noche no acaba…..¿me complacerás tú?, ¿te complacerás a ti?- pregunto mientras permanecía quieta mirando la Luna, ahí, indiferente, sabiéndose mirada, admirada y deseada, por mi, por Amor, por todos, si, fue necesario convertirle en un pecado capital para poder controlar a los enfermos de ella, y aún así, solo consiguieron hacerla más fuerte, más deseada, y buscada que nunca.

Si las iglesias que la desprecian, supieran cuanta pasión a liberado ella gracias a la “pecaminosidad” de su presencia, de seguro la quitarían de su lista de pecados (si es que las iglesias fueran inteligentes, claro, ustedes saben, caso hipotético), el hombre se excita más cuando es oculto, la mujer se entrega más cuando esta prohibido. Sí, sin duda alguna, Lujuria ama a las iglesias, desde que existen, le han brindado mil formas más de entrega y pasión.
Me senté a su lado, pudiendo sentir el calor de su cuerpo, su rostro, tan perfecto como siempre, invitaba a quien le mirara a cometer todos los pecados que el cuerpo exige cometer, así, como no soy de hierro, me arroje sobre ella, sin tacto, sin sentido, rodando por el pasto del parque, como lo hacían tantas parejas, así entrelazaba sus labios con los míos, mordisqueaba su cabello, olisqueaba sus cuello, y besaba su monte de Venus.
Continuamos en aquel juego durante largos minutos, continuándose las horas, ella no me permitía acabar, ella no me permitía dejarla, ella se unía a mi como el coral a las rocas en el Mar, ella simplemente quería llevarme a ver estallar al Sol, para luego caer en aquel abismo llamado soledad, ahí, consumadas nuestras pasiones, ahí gracias a ella, podía verme tal cual era, como si la oscuridad en el cielo fuese un espejo y las estrellas su marco, yo era aquello que al final del climax, los no enamorados veían, era a mi, a quien ellos lloraban, a mi a quien ellos abrazaban….en resumen, yo los acompaño incluso ahí , en ese momento, que risa me dio.
- ¿Por qué te ríes?- Pregunto haciéndose la inocente, como solo ella sabe hacerlo
- Porque gracias a mi, tienes mas trabajo- decía esto sin dejar de sonreír
- Jajaja, si, es verdad, tú y Amor, son sin duda los mejores para mi negocio, gracias a ustedes vivo, sonrió, y disfruto este trabajo.
- Pues la paga siempre es buena mi dulce conocida…
- ¿Jamás una amiga?- Pregunto sin mirar mis ojos
- Ya sabes la respuesta.

Al amanecer nos dependimos sin palabras, solo con besos y caricias furtivas que se bañaban con los dulces rayos del Sol.