miércoles, 6 de junio de 2007

El niño y su Tristeza.


Era un día soleado, y en las plazas públicas podían verse los niños de la ciudad correr y jugar entre ellos, es lindo verlos, aún para mi, es en ellos en que no logro verme, pero a la vez en ellos que cuando me veo más me duele ser yo, más me molesta ser la Soledad, cuando me veo reflejado en los ojos de ellos, de los “inocentes” al fin y al cabo, son ellos, y solo ellos, los que deberían gozar de la vida sin mi, la Soledad, después de todo, el tiempo se encargará de llenarlos de mi, de hartarlos de mi, como a la mayoría de ustedes.
Mientras veía a unos cuantos hombres y mujeres haciendo su labor de padres por única vez en la semana, quede prendido de mi reflejo, ahí sentado en un columpio. Un pequeño de no más de 5 años miraba a todos jugar, pero no participaba del juego, ese niño tenía mi semblante, me tenía a mí encarnado en sus ojos.
Me acerque a él con sigilo, estudiando sus movimientos, podía notar como apenas y se impulsaba con la punta de sus pies para moverse en el columpio, como sus manitas agarraban con ligereza las cadenas del columpio, y como su mirada no se apartaba de esos niño jugando en la plaza, cerca y a la ves lejos de él.
Me puse detrás de él, observando el movimiento ligero de sus dedos, cuando un frío tenebroso me recorrió la espina, alguien que conocía muy bien estaba detrás de mí, acechando como el peor de los predadores.
- Es mío….déjalo en paz- Hablo la voz fría de la Tristeza, ese frió interior que congela el alma de los hombres y les hace congelar el llanto y perder la mirada, era ella, mi bien conocida “colega” quien acompañaba a aquel niño.
- No he venido por él, en todo caso, es él quien me esta llamando- le respondí, sin voltear a verle, Tristeza es alguien muy especial (como todas mis “amistades”). Y si le miras, congelará tu alma en un momento de dolor, un momento que ella puede hacer durar para siempre. Ella y yo trabajamos mucho juntos, pero en general, ella no hace de mi un buen compañero como me gusta ser, cuando estamos juntos, nuestros atributos destruyen a las personas, de la peor forma posible, lentamente.
- No me importa que te llame, es mío, yo le cree y no quiero compartirlo contigo- dijo alzando ligeramente el tono de voz
- ¿Por qué ese afán?....¿acaso tu y yo no trabajamos juntos?, parece que juntarte con Egoísmo no te ha hecho bien- Ella seguía detrás de mi, casi pegándose a mi cuerpo, como para evitar que me volteara, entrelazo así sus brazos en mi cuerpo en un abrazo de muerte y dolor, que solo yo sabría disfrutar y entender.
- No quiero compartirlo, no contigo…si te dejo estar con el, le destruirás…- Entendí entonces que deseaba salvar a aquel pequeño
- Entonces déjalo tú
- No puedo, él me llamo, y me ato a su vida, como tantos otros lo hacen, si te quedas cerca, también se atara a ti… no hagas caso de su llamado, sigue de largo, hay muchos otros que te llaman, otros que te buscan, pero deja a este en paz, es mío, solo mío…
- Si quieres protegerle debes llamar a Amor, o a alguien así, tu atada a él también le harás daño
- No puedo…este niño no conocerá a Amor, no conocerá a Alegría, este niño solo me conocerá a mi, no tiene tiempo ni a nadie que pueda enseñarle a los otros sentimientos…- Entendí entonces que pasaba, suele ocurrir que alguien nace predeterminado a atarse a un sentimiento, y solo a él, puede conocer a los otros de forma pasajera, pero hay algunos que ni eso consiguen, son los que mueren jóvenes, los que han quedado solos , y que solo ven en el futuro a la Tristeza.